Día Internacional para la Reducción de los Desastres: “2015: Conocimiento para la vida”

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13 de octubre: Día Internacional para la Reducción de los Desastres.

“2015: Conocimiento para la vida”

Luis Fermín TURIEL PEREDO

Geógrafo / Director de Seguridad Integral

Desde hace veintiséis años celebramos en esta fecha el Día Internacional para la Reducción de Desastres, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas determinó la necesidad de la toma de conciencia a nivel mundial para la implantación y desarrollo de una cultura de reducción de desastres, que incluye tres niveles de acción: la prevención, la mitigación y la preparación de las instituciones y los ciudadanos.

El lema del Día Internacional para la Reducción de Desastres de este año 2015: “Conocimiento para la Vida”, parte de la idea de aprovechar el conocimiento tradicional de nuestras comunidades locales como complemento de la ciencia moderna para poder sumar las viejas experiencias vividas por cada individuo y la propia resiliencia de esas sociedades ancestrales.

Debemos aprovechar la celebración de este Día Internacional para la Reducción de Desastres para seguir apoyando a las personas, colectivos y administraciones que, gracias a las labores de sensibilización sobre la importancia de la reducción de desastres, ya han tomando conciencia de este grave problema. Pero es también un buen momento para animar al resto de la ciudadanía y autoridades, que contemplan como espectadores ajenos estos fenómenos y sus consecuencias, a incorporarse y tomar parte activa en la construcción de una sociedad más resiliente ante los desastres.

Cuando hablamos de desastres, no debemos olvidar la complejidad que supone el análisis de los riesgos ni los niveles de imbricación de elementos y niveles de amenaza que conlleva la planificación de la seguridad y emergencia. En la memoria de todos ha quedado grabado el modo en que un desastre natural, como fue el terremoto en el noroeste de Japón en marzo de 2011, se concatenó con otro desastre tecnológico derivado de éste, al producirse una serie de incidentes técnicos que derivaron en el accidente nuclear de Fukushima I; esto es, un desastre “tecnológico” por sus consecuencias de contaminación nuclear, radiológica y química.

La reciente aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado junio del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 recalca la intención de los países miembros de intensificar los esfuerzos para fortalecer la reducción del riesgo de desastres con el fin de reducir la pérdida de vidas y bienes derivada de los desastres en todo el mundo, con énfasis en desarrollar operativos que contemplen amenazas múltiples y sean multisectoriales.

En Cantabria, el nuevo ejecutivo ha anunciado que está elaborando una nueva Ley del Suelo así como un Plan Regional de Ordenación del Territorio. Estos instrumentos deben partir de la reflexión sobre cómo los usos del espacio geográfico son un factor determinante en la producción de desastres. Este marco regulatorio debería ser producto de una labor conjunta de toda la sociedad cántabra, asumiendo que con el fin de reducir la pérdida de vidas y bienes derivada de los desastres, es necesaria la adopción de restricciones en el uso del territorio a la hora de desarrollar la planificación territorial.

No es posible hablar de una buena gobernanza en las estrategias de Protección Civil para la reducción del riesgo de desastres, ya sea a nivel local, regional, nacional o internacional, si se olvida la relación entre desastre y territorio, y cómo los factores de riesgo adquieren unos mayores o menores índices de incidencia para la población, el medio ambiente o la economía, por su localización.

Las estrategias para la mitigación de las amenazas de las catástrofes deben ser multisectoriales y multinivel. Por ejemplo, no contemplar el Cambio Climático como un factor determinante  que incidirá de manera significativa en el aumento del riesgo de desastres en los próximos decenios supondría un fallo y debilitamiento en las políticas y procesos de prevención.

Por lo tanto, debemos aprovechar desde este mismo instante la oportunidad que brindan estos instrumentos de planificación territorial para la delimitación de espacios que sean vulnerables para conseguir una reducción de los riesgos de desastres ya presentes; así como la prevención de la aparición de otros nuevos derivados de la propia Naturaleza o de nuestras actividades humanas por falta de una cultura del territorio que temporalmente ocupamos.

Debemos ser conscientes del desordenado y complejo ordenamiento legal que abarca el concepto de desastre o catástrofe; bien sea por las múltiples amenazas que pueden conjugarse, como por la escala o dimensión del mismo, o su frecuencia o su evolución. Pero la salvaguarda de una sola vida humana bien merece el esfuerzo de implementar las medidas de índole jurídica, política, social y económica que aumenten la resiliencia de nuestra sociedad ante los avatares de los que casi siempre somos nosotros mismos responsables.

Así pues, confiamos en que este Día Internacional para la Reducción de los Desastres sirva para aumentar la sensibilización de nuestros gobernantes y de la sociedad en general sobre la importancia de las políticas de Reducción del Riesgo de Desastres, adoptando medidas específicas a través de los instrumentos de planificación territorial ahora en revisión, para luchar contra los factores que incrementan el riesgo de desastres y frenan de manera notoria el progreso hacia un desarrollo sostenible de Cantabria.

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